Ayer
en Navidad, recibí una de las cosas más bonitas que he recibido nunca. Y digo bonitas a modo de detalle, a modo de genialidad, a un modo que a mi nunca se me olvidará y siempre se me quedará guardado.
Olvidaos de los dólares que os enseño en la foto. Quedaros con el detalle y la
idea. Mi padre me dijo lo siguiente:
"Hijo, hoy tengo que darte una propina. Este fue mi primer sueldo cuando me tuve que ir a Brasil hace 22 años, cuando tú tan sólo tenías 21 días y que tuve que alejarme de ti algo más de un mes.
He guardado estos dólares durante 22 años para el día en que terminases la carrera dártelos y que fueses tú el que los disfrutases. Espero que te gusten".
Podéis imaginar mi cara. Creo que sobran todas las palabras que escriba a continuación.
"Hijo, hoy tengo que darte una propina. Este fue mi primer sueldo cuando me tuve que ir a Brasil hace 22 años, cuando tú tan sólo tenías 21 días y que tuve que alejarme de ti algo más de un mes.
He guardado estos dólares durante 22 años para el día en que terminases la carrera dártelos y que fueses tú el que los disfrutases. Espero que te gusten".
Podéis imaginar mi cara. Creo que sobran todas las palabras que escriba a continuación.
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